lunes, 7 de octubre de 2013

Leporella

¡Saludos a todos! Aquí estamos de vuelta para compartir nuestro placer por la Literatura y la palabra escrita. Hoy volvemos a un autor que ya conocimos antes de las vacaciones, Stefan Zweig, de la mano del relato “Leporella”.

La protagonista de esta historia es Crescencia, una campesina de Zillertal (valle situado en Tirol, Austria). Nacida como hija ilegítima, Crescencia fue criada y educada a expensas de la comunidad; tuvo que empezar a trabajar desde muy pequeña en el mesón de la aldea, primero como camarera, más tarde como fregona y por último como cocinera. Zweig la describe como una mujer amargada, ávara, terca y con aspecto de caballo (vemos que el autor no se ahorra ninguna lindeza con la pobre) cuyo único objetivo es ahorrar el dinero suficiente para poder pasar su vejez sin tener que depender de nadie más. Por este motivo, Crescencia acepta un puesto como criada en la casa de un matrimonio aristócrata en la lejana Viena.

Sus nuevos jefes son el barón de F., un noble menor venido a menos, y su esposa, proveniente de una rica familia burguesa; el matrimonio acostumbra a tener grandes discusiones por temas de dinero (que el señor barón gasta a manos llenas en distintos vicios) y raros son los días de paz en su casa, motivo por el que se ven obligados a buscar sustituto a todos los criados que los abandonas hartos de tanta batalla campal. Sin embargo, el nuevo hogar de Crescencia apenas altera su vida y se limita a cumplir su trabajo sin cruzar más palabras de las necesarias con el resto de criados o con los señores. 

Pero eso cambiará cuando un día por casualidad, el barón descubre que en una de sus frecuentes cacerías por Tirol, tuvo el gusto de probar un asado de ciervo preparado por la misma Crescencia en su antiguo mesón. A partir de este detalle y de las alabanzas y la familiaridad con la que ahora se dirige a ella el barón, Crescencia empieza a desarrollar hacia su jefe un sentimiento de simpatía y lealtad más propio de un perro que de un ser humano. Y junto a este nuevo sentimiento surge uno contrario de antipatía hacía la baronesa; tanto es así, que Crescencia comienza a cumplir con asombrosa celeridad cualquier petición del barón y a ignorar u olvidar las órdenes de la baronesa.

Dada la situación que tiene en casa, con discusiones diarias con su marido y la actitud de Crescencia hacia ella, la baronesa sufre una crisis de nervios y el médico le recomienda pasar una temporada de relax en un balneario. En cuanto se siente libre de la presencia de su esposa y con la total colaboración de Crescencia, el barón da rienda suelta a sus pasiones de soltero y empieza a salir cada noche hasta tarde y a traer a distintas amantes a casa. Precisamente será una de estas amantes, una joven cantante de ópera, la que le dé a Crescencia su nuevo nombre: Leporella (en alusión a Leporello, el criado de don Giovanni en la ópera de mismo nombre de Mozart). Crescencia (o Leporella) vive así feliz sirviendo a su amo, pero la vuelta de la baronesa pondrá todo patas arriba. Sin embargo, Crescencia está dispuesta a cualquier cosa con tal de volver a dejar “libre” a su amo.

En este relato, Zweig vuelve a hacer gala de su maestría para describir las situaciones más oscuras y feas con una ternura que en ocasiones roza la arrogancia; la forma de hablar de Crescencia como una campesina cerril y con pocos dedos de frente, asemejándola a un perro fiel y bueno pero sin conocimiento es un buen ejemplo de ello.

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2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Qué alegría verte de nuevo activo! Me parecen interesantes tanto la novela como el autor, ya que no he leído ni por asomo nada parecido, y al autor lo conozco solo a través de ti. Intentaré hacerme con ella.

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