Cada vez me cuesta más mantener al día el blog. Apenas tengo
tiempo, ganas y fuerzas para leer y escribir estas reseñas, no sé
si será cosa de la edad, el estrés o una mala organización.
Además, tengo un par de proyectos que me gustaría llevar adelante y
que posiblemente me ocupen bastante tiempo, así que no os extrañéis
si alguna semana no llego puntual a nuestra cita. Pero esta semana
aquí estoy para presentaros “El refugiado” y cerrar así este
pequeño ciclo por Stefan Zweig.
“El refugiado” es un relato muy cortito protagonizado por Boris,
un desertor del ejército ruso de la I Guerra Mundial que trata de
volver desesperadamente a casa con los suyos. Sin embargo, se
encuentra aislado en Villeneuve, una aldea suiza a orillas del lago
Ginebra, rodeado de gente que no habla su idioma y de cuya caridad
depende para poder vestirse, comer y dormir. Todos los aldeanos
tratan de decirle que lo mejor es que espere a que acabe la guerra
antes de intentar el regreso a su país, muy agitado desde la caída
del Zar, pero para Boris toda espera se hace larga e intentará
llegar a Rusia sea como sea.
Y poco más se puede decir sin desvelar toda la historia, es la pega
de ser una historia tan corta. Pero la escasez de longitud no es
obstáculo para reconocer el estilo de Zweig: realismo y ternura. De
esta forma, “El refugiado” puede ser una buena manera de empezar
a leer algo de este escritor.
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