Hace unos años, hablando con mi antigua profesora de Literatura, le comenté que a pesar de todos los libros que he leído, tengo una grave carencia en lo que autores clásicos se refiere. Las obras de Cervantes, Quevedo, Shakespeare, Homero, Dante y otros muchos no contaban entre los volúmenes de mi biblioteca. Ella me contestó que no era una falta grave, lo importante era tener gusto por los libros y por la Literatura en sí y que, poco a poco, andaría mi camino de papel hasta llegar a los autores y obras que más me gustaran, fuesen o no clásicos. Desde entonces, decidí que ya era hora de descubrir a esos grandes hombres que han estado ahí desde siempre y que han inspirado las obras que yo ahora leo, y la obra de la que hoy os hablaré es mi primer paso hacia ese objetivo; “El rey Lear” del inmortal William Shakespeare.
“El rey Lear” es una obra de teatro ambientada en la Inglaterra medieval y narra la historia de los últimos años del rey Lear. Aquejado ya por los males de la edad y fatigado, el monarca decide dividir su reino entre sus tres hijas y retirarse de la vida pública. Llegada la hora de realizar la partición, el rey les pide a las princesas que manifiesten su amor por él; Goneril y Regan, las dos mayores, se apresuran a hacerlo mediante bonitas palabras y halagos, pero la menor, Cordelia, se declara incapaz alegando no ser una aduladora. Enfurecido, Lear decide desheredarla, dividiendo su reino en dos partes que repartirá a sus otras dos hijas y sus maridos, los duques de Albany y Cornwall respectivamente, mientras que Cordelia, sin ningún bien material, es tomada por el rey de Francia como esposa y parte a su nueva tierra. El conde de Kent, testigo del reparto de la herencia, se opone a que Cordelia sea desposeída de forma tan injusta de lo que le pertenece por derecho, pero la paciencia del rey Lear ha sido ya agotada por su benjamina y ante las palabras del noble, decide desposeerlo de sus títulos y desterrarlo de su reino. Acabada la reunión, el monarca decide quedarse con cien caballeros a su servicio y pasar unos meses con cada una de sus hijas en sus cortes.
Otro de los nobles presentes es el conde de Gloster, el cual tiene dos hijos: Edgar, su primogénito y heredero, y Edmond, su hijo bastardo reconocido. Aunque el conde ama a ambos por igual, Edmond conspira en secreto para ocupar el puesto de heredero de Edgar. Por otra parte, el rey Lear pasa sus primeros días en el hogar de su hija mayor, Goneril. Al mismo tiempo, el conde de Kent decide no abandonar a su señor y se disfraza de cortesano para colarse entre su corte. Sin embargo, la presencia de su padre y sus caballeros comienza a ser una molestia para Goneril, y cuando comienza a haber enfrentamientos entre criados de ambos bandos, la duquesa de Albany le da a su padre un ultimátum: o reduce su corte de cien caballeros o tendrá que marcharse. Ofendido, el monarca se marcha a la corte de Regan, pero Goneril le envía a su hermana un mensaje en la que le dice que su padre a ha perdido el juicio y anda rodeado de matones y criminales. Aprovechando los problemas entre el rey y los duques de Albany y Cronwell, Edmond pone en marcha su plan, culpando a Edgar de querer asesinar a su padre, plan que será culminado con la guerra entre las tres hermanas.
En esta tragedia, Shakespeare conjuga el dolor de un padre que ha perdido el amor de sus hijas, la lealtad de los nobles a sus señores y los egoísmos de aquellos que no buscan más que su propio interés. Aunque hay que tener en cuenta la pérdida de estilo y calidad literaria que hay al traducir la obra del inglés antiguo al castellano actual, los discursos de los personajes están construidos de forma impecable, con referencias mitológicas a los dioses helenos y con un estilo grandilocuente, rasgos típicos de la Literatura de la época y a la altura de la fama del autor.
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