Llevo mucho tiempo sin publicar nada,
hace prácticamente un año de la última reseña. Los estudios, el
trabajo, las obligaciones del día hacen que no pueda ocuparme este
blog con la atención que me gustaría. Pero hace unos día, mi viejo
amigo D.A.X. (del que tendré que hablaros algún día) me pasó unas
líneas que merecían saltar del papel a la red, para que todo el
mundo pudiera disfrutar de ellas. Y así, volví a publicar una
entrada, Borracho; y creo que ya es hora de reanimar este viejo foro,
heredado de mis días de instituto. Tenemos pendiente acabar el viaje
por Deltora, lo sé, pero hoy os traigo uno de los grandes clásicos
de la Literatura Universal, un clásico por excelencia, de esos que
escribimos con mayúsculas; de hecho, no se me ocurren más de cinco
historias más antiguas. Me estoy refiriendo a La Iliada de
Homero.
En realidad, La Iliada es un
poema épico que narra parte de las aventuras vividas por los héroes
griegos durante la célebre guerra de Troya, en la que los príncipes
griegos partieron para recuperar a Helena, esposa de Menelao, rey de
Esparta, que se había fugado con Paris, príncipe de Troya. En
concreto, La Iliada narra los hechos ocurrido durante el
noveno año de asedio a la ciudad, cuando una terrible epidemia de
peste azota el campamento griego.
Tras consultar a un oráculo, Agamenón,
rey de Argos y líder de la expedición helena, averigua que ha
ofendido al dios Apolo al secuestrar a la hija de uno de sus
sacerdotes, a la que debe poner en libertad. Irritado por tener que
ceder parte de su botín, Agamenón lo paga con Aquiles, el mejor de
los guerreros griego, a quien le arrebata su esclava favorita,
Briseida.
Enfadado por tal afrenta, Aquiles y sus
soldados mirmidones se retiran de la batalla al tiempo que el héroe
llama a su madre, la diosa Tetis, para hacerle una gran petición:
convencer al todopoderoso Zeus, señor del Olimpo, para que conceda
la victoria a los troyanos hasta que Agamenón le devuelva a
Briseida. Zeus accede a la petición de Aquiles hecha a través de
Tetis y a partir de ese momento, el ejército troyano con el valiente
Héctor al mando inflige severas derrotas al ejército invasor. Sin
embargo, la decisión de Zeus enfurece a los dioses partidarios del
bando griego, que al momento se ponen en marcha para igualar la
contienda.
Tras numerosas batallas en las que los
griegos son derrotados, Patroclo, amigo de Aquiles, le ruega al héroe
que le permite unirse a la lucha. El héroe accede que Patroclo
lidere a los mirmidones y le presta sus armas para la lucha, pero él
permanece en su tienda, todavía enfadado con Agamenón. Con la
presencia de Patroclo y los mirmidones, los griegos consiguen
rechazar a los troyanos de su campamento, pero al intentar
perseguirlos por la llanura, Patroclo cae ante los ataques de Héctor.
Enfurecido por la muerte de su mejor
amigo, Aquiles se lanza a la batalla, enfrentándose a todo el que se
ponga por delante (ya sea hombre o dios) y haciendo que los troyanos
se refugien en la ciudad; todos los troyanos salvo uno, Héctor, que
se queda fuera a sabiendas de que es el único capaz de enfrentarse
al enfurecido héroe griego. Ambos luchan mano a mano hasta que
Aquiles por fin mata al príncipe troyano; pero la muerte no es
suficiente para vengar la muerte de Patroclo, así que Aquiles ata el
cadáver de Héctor a su carro y, tras dar tres vueltas a la ciudad,
vuelve al campamento. No será hasta varios días después cuando,
siguiendo la orden directa de Zeus, Aquiles devuelva el cuerpo de
Héctor a su padre.
Y así concluye La Iliada. La verdad es
que me llevé una decepción, ya que esperaba que se relatara la
historia de como los griegos entraron en Troya gracias a su famoso
caballo de madera gigante. Por supuesto, la belleza de la rima y el
ritmo del poema queda rota al traducirlo del griego antiguo, pero se
mantiene muchas de sus características y recursos, las largas (en
ocasiones demasiado) descripciones, los apelativos que acompañan
constantemente a todos los nombres, la multitud de héroes famosos
que participan (Ayax, Eneas, Ulises y muchos más), los detalles de
la sociedad de la época, los ritos sagrados, los juegos funerarios,
la mentalidad pagana de los griegos, para los que todo dependía
enteramente de la voluntad de los dioses,... En resumen, La Iliada no
sólo transmite unos hechos ni narra una historia, sino que supone un
valioso documento que nos aporta gran información sobre la vida de
los antiguos griegos, los padres de la civilización occidental.
Sobre Homero, poco se puede decir que
sea seguro. Según la tradición, vivió durante el siglo VIII a.C. y
era ciego de nacimiento, aunque otras fuentes afirman que en realidad
se trató de varios poetas antiguos que recogieron parte de la
tradición oral de la época. Sea como sea, además de La Iliada, a
Homero también se le atribuyen La Odisea, La Batracomiomaquia y
otras obras sobre la guerra de Troya.
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