ADVERTENCIA:
Esta entrada contiene avances de la saga El cinturón de Deltora. No la leas hasta haber
terminado la tercera parte, La Ciudad de las ratas.
Pasito
a pasito, avanzamos por los caminos de Deltora que Emily Rodda
construye para nosotros. Tras visitar La Ciudad de las
ratas nuestra próxima parada
será Las Arenas movedizas.
Tres gemas
resplandecen ya bajo la camisa de Lief, en el Cinturón de Deltora.
Junto a sus amigos Barda y Jasmine, el grupo de aventureros continúa
su viaje para recuperar las siete gemas mágicas y usarlas para
vencer al Señor de la Sombra. En la Ciudad de las ratas tuvieron
que enfrentarse a millares de esos roedores y a la gigantesca
serpiente que reinaba sobre aquel lugar y que protegía el ópalo
mágico, símbolo de la esperanza y capaz de mostrar atisbos del
futuro. El mismo Lief tuvo una visión de su próximo destino, las
temibles Arenas movedizas, y desde entones no se atreve ni a rozar la
piedra vidente.
Para
colmo de males, el Señor de la Sombra ya sabe que algo está
sucediendo con las piedras del Cinturón: uno de sus ak-baba,
unos gigantescos pájaros negros, sobrevuela la ciudad en busca de
cualquier pista o indicio de lo ocurrido. Lief y los otros deben
evitar ser vistos por la enorme ave y alejarse cuanto antes de la
zona.
Tras escapar del
ak-baba, nuestros protagonistas se dirigen a Rithmere, una populosa
ciudad donde cada año se celebran unos Juegos para poner a prueba
las habilidades de los participantes. Atraídos por el gran premio,
mil monedas de oro, Lief, Barda y Jasmine se inscriben usando nombres
falsos pero descubren con horror que las pruebas en realidad son
combates y que los Juegos no son más que un torneo de lucha. Allí
conocerán a Doom, el misterioso miembro de la Resistencia que vieron
en la tienda de Tom y que parece encerrar un secreto todavía mayor
en su interior.
Sin más que
remedio que participar en los Juegos, nuestros héroes toman parte en
los combates y descubren con sorpresa y satisfacción que sus
aventuras han hecho de ellos grandes luchadores. La final está cada
vez más cerca y con ella, el dinero del premio, pero los tres saben
que no deben correr ningún riesgo ya que su auténtico objetivo se
encuentra fuera de la ciudad: en el temible desierto conocido como
las Arenas movedizas, la siguiente piedra aguarda.
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