miércoles, 26 de mayo de 2010

El halcón peregrino

En lo alto de una escarpada ladera, el halcón abre los ojos. Sus patas heridas vuelven a sostenerlo, su tiempo de obligado reposo ha acabado. Se acerca al borde del precipicio, abre las alas y echa a volar. Al principio le cuesta, pues sus heridas aún no han cicatrizado del todo, incluso cae algunos metros hacia la oscuridad que se cierne bajo él, pero consigue remontar el vuelo. Suave y grácilmente, el halcón se alza hacia las estrellas, con el rumbo fijo al Norte.

Tras unos minutos, llega al lugar de su última desgracia. Posado en las ramas de un pino, clava los ojos en el lugar en el que fue derrotado. No ve a su adversario por ningún lado, parece haber abandonado el lugar en busca de otras presas. En buena parte, el halcón se alegra, aún no está totalmente preparado para enfrentarse a él. Resignado, vuelve a los cielos, siempre al Norte. Le encanta notar la caricia del viento en sus plumas y ver los primeros destellos del Sol reflejados en su pico, y piensa: "Pase lo que pase, mañana siempre amanecerá".

Fragmento de "Diarios ornitológicos"D.A.X.

jueves, 20 de mayo de 2010

Noria sin colores

Gotas sobre el cristal,
repetida agonía,
me marcho de tu lado,
¡vaya historia la mía!

Cantamos y reímos,
jugamos y bailamos,
pero una cosa nos falló:
jamás nos amamos.

Me miraste y te miré,
me gustaste y te gusté,
me abrazaste y te abracé,
te cansaste y me cansé.

Rompimos la baraja
en la mejor jugada
y como despedida
una sonrisa, una mirada,

un suspiro, un “lo siento”
y un beso en la frente.
“No quiero hacerte daño”
y a llover de repente.

Me besaste y te besé,
me viajaste y te viajé,
me soñaste y te soñé,
me cansaste y te cansé.

martes, 4 de mayo de 2010

A las 5 de la mañana

Diez monedas de oro
fundidas para el cabello,
de cantera griega
mármol es el cuello;

de la lejana Persia,
ojos como esmeraldas,
de profundos mares
dientes de perlas nacaradas;

del norte de Escocia,
para los labios, una rosa,
del misterioso Egipto
nariz de una diosa;

de la fría Rusia
manos de arpista,
del centro de Europa
dedos de pianista

y de la bella África
piernas de gacela;
mas algo ignoro:
tu nombre, ¿cómo era?

Cuerpo de mujer
alma de niña,
apenas te vi y por ti
mi corazón ya palpita.